domingo, 7 de agosto de 2011

HISTORIA DE LA QUIMICA: La Alquimica Europea durante la Edad Media (300-1550).

Los siglos X, XI y XII, de total postración científica en el mundo occidental, fueron los más florecientes para la ciencia española (arábiga-judaica-cristiana), la cual, al difundirse a toda Europa, originó en el siglo XIII un poderoso resurgimiento científico en el que la Alquimia adquiere una extensa significación.
Debido a sus fuertes conexiones con las culturas griega y romana, la alquimia fue bastante fácilmente aceptada por la filosofía cristiana y los alquimistas medievales europeos absorbieron extensivamente el conocimiento alquímico islámico. Gerberto de Aurillac (fallecido en 1003), quien más tarde se convertiría en el Papa Silvestre II, fue uno de los primeros en llevar la ciencia islámica a Europa desde España. Más tarde, hombres como Abelardo de Bath, quien vivió en el siglo XII, trajeron enseñanzas adicionales. Pero hasta el siglo XIII los movimientos fueron principalmente asimilativos.


Durante esta época los alquimistas pretendían encontrar la Piedra Filosofal; es decir, aquello que  les permitiera transformar los metales baratos (fierro, cobre y plomo) en oro; a este proceso se le denominaba TRANSMUTACION
También buscaban el elixir o Panacea que pretendía curar todos los males. Durante esta época  se descubrieron los procesos de destilación, evaporación entre otros.

Entre los alquimistas de Occidente hay que destacan: 
Robert Grosseteste (1170–1253) fue un pionero de la teoría científica que posteriormente sería usada y refinada por los alquimistas. Grosseteste tomó los métodos de análisis de Abelardo y añadió el uso de observaciones, experimentación y conclusiones al realizar evaluaciones científicas. También trabajó mucho para tender en puente entre el pensamiento platónico y el aristotélico.
Alberto Magno (1193–1280) destaca por  la preparación de la potasa cáustica mediante la cal, procedimiento que aún se practica en los laboratorios. Describe con exactitud la afinación del oro y de la plata mediante copelación con plomo, establece la composición del cinabrio, señala el efecto del calor sobre el azufre y emplea por vez primera la palabra afinidad en el sentido usado hoy día al decir que «el azufre ennegrece la plata y abrasa en general a los metales a causa de la afinidad natural que tiene por ellos». Explica en sus obras la preparación de la cerusa y del minio, y la de los acetatos de cobre y plomo; expone la acción del agua fuerte (ácido nítrico) sobre los metales, y señala, el primero, la separación mediante ella del oro y de la plata en las aleaciones preciosas. En sus escritos se manifiesta enemigo de la ciencia secreta, y cuando se le ve sostener que el oro de los alquimistas no es el oro puro y que el cuerpo obtenido exponiendo el cobre a los vapores de arsénico no es la plata, SAN ALBERTO adquiere categoría de precursor.  En su tratado De Alchimia expone las condiciones que debe reunir un alquimista, y que en su casi totalidad pueden aplicarse a los químicos actuales.

 Tomás de Aquino (1225–1274) trabajó intensamente en desarrollar el método científico. Incluso fue tan lejos como para afirmar que los universales podrían ser descubiertos sólo mediante el razonamiento lógico y, como la razón no puede oponerse a Dios, debe por tanto ser compatible con la teología; también escribió un tratado sobre la esencia de los minerales y otro sobre la piedra filosofal.

El primer alquimista auténtico en la Europa medieval fue Roger Bacon a quien se le ha atribuido el inicio de la búsqueda de la piedra filosofal y del elixir de la vida: «Esa medicina que eliminará todas las impurezas y corrupciones de los metales menores también, en opinión de los sabios, quitará tanto de la corruptibilidad del cuerpo que la vida humana podrá ser prolongada durante muchos siglos.» La idea de la inmortalidad fue reemplazada por la noción de la longevidad: después de todo, el tiempo que el hombre pasa en la Tierra era simplemente para esperar y prepararse para la inmortalidad en el mundo de Dios. La inmortalidad en la Tierra no encajaba con la teología cristiana. También se le atribuye la invención de la pólvora y conceptualizar la idea de incorporar las Matemáticas a las ciencias.

El papa Juan XXII publicó en el año 1317 un edicto contra la alquimia (Spondet quas non exhibent), que efectivamente retiró a todos los miembros de la iglesia de la práctica del arte (Edwards, p.49). No obstante, se cree que este mismo papa estuvo interesado en el estudio alquímico y que también escribió un tratado titulado Ars transmutatoria[4] en el que narraba cómo fabricó 200 barras de oro de un quintal. Los cambios climáticos, la peste negra y el incremento de guerras y hambrunas que caracterizaron a este siglo sirvieron también sin duda de obstáculo al ejercicio filosófico en general.

La alquimia se mantuvo viva gracias a hombres como Nicolas Flamel, digno de mención sólo porque fue uno de los pocos alquimistas que escribieron en estos tiempos difíciles. Vivió entre 1330 y 1417 y serviría como arquetipo a la siguiente fase de la alquimia. Todo su interés por el arte giraba en torno a la búsqueda de la piedra filosofal, que se dice que halló. Sus obras dedican gran cantidad de espacio a describir procesos y reacciones, pero nunca llegan realmente a dar la fórmula para conseguir las transmutaciones. La mayoría de su obra estaba dedicada a recoger el saber alquímico anterior a él, especialmente en lo relacionado a la piedra filosofal.

Uno de estos hombres que surgió a principios del siglo XVI se llamaba Heinrich Cornelius Agrippa. Este alquimista creía ser un mago y poder invocar espíritus. Elaboró escritos a los que se refirieron alquimistas de años posteriores, hizo bastante por cambiar la alquimia de una filosofía mística a una magia ocultista. Mantuvo vivas las filosofías de alquimistas anteriores, incluyendo la ciencia experimental, la numerología, etcétera, pero añadió la teoría mágica, lo que reforzó la idea de la alquimia como creencia ocultista.

RAMÓN LULL o RAIMUNDO LULIO fogoso alquimista y apóstol español, de Mallorca, que escribió numerosas obras e hizo escuela entre los alquimistas al fijar la atención sobre los productos volátiles de la descomposición de los cuerpos. Se le atribuye la invención de la rosa de los vientos y del nocturlabio.

Hening Brand; alquimista alemán que trato de obtener oro, al destilar la orina de sesenta cubetas, descubriendo el fosforo por separación de la orina.

Basilio Valentin (siglo XV), de cuya existencia real se duda en la actualidad, autor de varias obras, siendo la más conocida El Carro Triunfal del Antimonio, se le conoce por utilizar el antimonio, amalgamas y el acido clorhídrico en todos sus experimentos.


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